Beneficios terapéuticos de andar descalzos.
Hace ya tiempo que sabemos que caminar descalzos en un entorno natural como la arena, la hierba o la tierra aporta grandes beneficios para nuestra salud. Sabemos que estamos diseñados para andar descalzos, es una cuestión antropológica. El planeta Tierra es una gran batería cargada de electrones negativos que cumplen una función altamente antioxidante en nuestro organismo. Además, nuestro cuerpo es en gran medida agua y minerales, lo que lo hace un gran conductor de electricidad.
Leer más: Andar descalzos??? Comprueba cómo menos es muuucho más!!!! Marisa Píttaro NATUROPATA 👩🔬 (@clavenatural7) • Fotos y videos de Instagram: Andar descalzos??? Comprueba cómo menos es muuucho más!!!!Ahora hay evidencia científica que corrobora los beneficios de esta práctica tan sencilla.
Pero en la actualidad, y hace ya muchos años, nos hemos acostumbrado a ir con los pies calzados. Por cuestiones de comodidad y practicidad, para ir seguros y rápidos… o lo que sea, nos hemos puesto zapatos, y con ello nos hemos desvinculado y desconectado de la tierra. Mal asunto…
Nuestro calzado, a pesar de ser muy práctico, es un eficiente aislante entre nuestro cuerpo y la tierra. Y ya hay evidencia de que muchas de las nuevas enfermedades del siglo XXI tienen mucho que ver con el impacto de estar desconectados del suelo natural.
En éste artículo quiero contarles los tres ámbitos de nuestra salud que se ven influenciados de grata manera por el hecho de ir descalzos.
Son tres aspectos que hacen a nuestra completitud y ninguno es más ni menos importante que el otro. Se trata de nuestro perfil mecánico, el bioquímico y el más sutil que nos conecta con nuestro entorno natural.
Aunque también es pertinente mencionar los potenciales riesgos asociados a ésta práctica, como pueden ser lesiones en los pies y la exposición a gérmenes y bacterias, que obedecen al sentido común más que a los riesgos en sí mismos. Estaremos de acuerdo en que a pocas personas se les ocurriría ir sin calzado en zonas donde abunda la falta de limpieza o donde las texturas se presentan cortantes o puntiagudas…
Lo dicho, “sentido común” y a partir de ahí no sólo se nos presenta como una práctica placentera, que nos trae alivio instantáneo, sino que además nos acompaña a estar en coherencia con nuestro contexto y nuestros orígenes.
Entre sus más evidentes beneficios encontramos la mejora de la postura y la mecánica del cuerpo, el fortalecimiento y la prevención de lesiones en pies y piernas. Cuando usamos zapatos nuestros pies quedan limitados en su movimiento natural y pueden debilitarse con el tiempo, lo que deviene en que sea más difícil caminar o mantener el equilibrio, traer problemas en las rodillas, las caderas o la espalda, especialmente si dicho calzado no cumple ciertos requerimientos que respeten la morfología de nuestras extremidades inferiores.
Sin embargo, cuando caminamos descalzos, los pies tienen más libertad de movimiento, lo que nos ayuda a fortalecer la musculación y a mejorar la alineación del cuerpo, los pies trabajan más fisiológicamente para mantener el equilibrio y soportar el peso del cuerpo, haciendo movimientos que son naturales para adaptarnos a los cambios en el terreno. Además, las diferentes texturas en el suelo propiciarán un grato masaje podal, fortaleciendo y tonificando la musculatura. Pensemos que nuestra planta del pie es un mapa de nuestros órganos y sistemas, con lo cual estamos estimulando puntos de reflexología que normalmente dejamos en el olvido…
Además de los beneficios mecánicos mencionados anteriormente, debemos tener en cuenta la importancia de exponernos a los iones negativos al andar descalzos en la naturaleza.
Los iones negativos son moléculas cargadas eléctricamente que se encuentran en la atmósfera, especialmente en áreas naturales (playas, bosques, campo…). Estos iones negativos se producen a través de la radiación solar, la lluvia, las olas del mar y otros procesos naturales. Tienden a acumularse en el suelo y en el aire.
En nuestra actualidad lidiamos con la contaminación electromagnética y su impacto de gran relevancia en nuestras vidas. Hablamos de infinidad de antenas, wifi, electrodomésticos enchufados a diario que nos rodean sin descanso, corrientes subterráneas, etc…
Ante estos estímulos nuestro sistema nervioso se carga de corriente (somos seres eléctricos) y esa corriente la componen protones (carga positiva) que es necesario neutralizar y descargar de alguna manera… pero al ir calzados con productos mayormente de goma (como todas las suelas) que son “no conductores” de electricidad, nos encontramos con un exceso terrible de carga positiva que nos impacta de la siguiente manera en nuestro organismo en general y en el sistema nervioso particularmente:
- Aumento de la presión arterial
- Disminución de la circulación sanguínea
- Reducción del oxígeno
- Ralentización del metabolismo
- Aumento del funcionamiento del sistema nervioso simpático (excitado)
Todo esto nos lleva a que nuestro organismo entre en un estado de estrés que sólo va a facilitar que se dispare el cortisol (hormona del estrés) y sus nefastas consecuencias.
Cuando conseguimos conectar nuestros pies con la tierra hay un descenso de la carga de protones y un aumento de la carga de electrones, lo cual trae un equilibrio al sistema nervioso. Logramos un balance en nuestro sistema eléctrico.
Con sólo 15 minutos de ir descalzos en un suelo natural (hay personas que sienten físicamente esa descarga) logramos cambiar la actividad eléctrica en nuestro cerebro. Desciende el cortisol y con ello:
-Mejora nuestra capacidad de conciliar el sueño.
-Disminuye la inflamación y el dolor articular.
-Disminuye el estreñimiento.
– Se activa la detoxificación del hígado.
-Disminuye el nivel de glucosa.
-Protegemos a los riñones.
-Mejoramos el funcionamiento tiroideo.
-Disminuimos la ansiedad.
-Aumenta la carga de glóbulos rojos (haciendo menos espesa la sangre)
-Disminuyen las migrañas.
-Aumenta la energía.
-Disminuyen los cólicos menstruales.
Se ha demostrado que los iones negativos tienen un efecto positivo en la salud y el bienestar humano. Tienen un efecto calmante y relajante en el sistema nervioso, lo que ayuda a reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo.
También hay estudios que comprueban sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, lo que facilita la protección del cuerpo frente al daño celular, los radicales libres y los procesos inflamatorios.
Además, al caminar descalzos, hay una mayor superficie de contacto con el suelo, lo que aumenta la absorción de iones negativos a través de la piel.
Un estudio publicado en el Journal of Alternative and Complementary Medicine encontró que caminar descalzo en la playa aumentaba significativamente la cantidad de iones negativos en la sangre de los participantes. Otro estudio publicado en el Journal of Environmental and Public Health encontró que caminar descalzo en una cascada aumentaba también la cantidad de iones negativos en la sangre y mejoraba el estado de ánimo.
Por último, y no menos importante, andar descalzos mejora los sentidos. Nos hace estar alertas, conscientes y presentes. Nos mantiene en contacto con nuestros orígenes.
En resumen, caminar descalzo en la naturaleza tiene beneficios relacionados con la exposición a iones negativos, lo cual tiene efectos muy positivos en nuestra salud y bienestar, incluyendo la reducción del estrés y la mejora del estado de ánimo. La clave está en el “estrés” que al verse diezmado disminuye los riesgos potenciales de la cascada de resultados que él conlleva.
En cuanto a las técnicas de ir descalzo por la vida:
-Sentido común.
-Comenzar gradualmente e ir aumentando el tiempo e intensidad, escuchando al cuerpo.
-Adaptarse gradualmente a la falta de apoyo y protección del calzado.
-Elegir superficies limpias y suaves para caminar descalzos.
-Estar atento a cualquier dolor o molestia.
Y ahora, en marcha, pero descalzos!!!